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Toda gran aventura comienza con una gran ilusión, ilusión por conocer lugares nuevos, vivir nuevas experiencias, compartir grandes momentos con tus compañeros de viaje, en este caso, tú familia motera.
Comienza mi viaje partiendo desde mi dulce hogar, mi Madrid. Preparo la moto, me subo en mi corcel negro y pongo rumbo a la primera parada, Tordesillas, donde quedo con parte del grupo que salió el día anterior. Llego pronto, sobre las 9am, congelado de frío, pero no hay nada como un buen descafeinado de máquina con leche y buena compañía para entrar en calor.
Ahora sí, estando toda la tropa junta, ponemos rumbo a tierras Pontevedresas, etapa un tanto monótona debido a los muchos kilómetros de autopista y autovía, lo mejor esta por llegar. Hacemos una parada técnica a las orillas del río Miño, para visitar las Termas de Outariz, empieza lo bueno, lindos paisajes azotados por un sol de justicia en donde estar a la sombra, es casi obligación.
No desaprovecho la oportunidad y saco el dron para trastear con él un rato… grabo el cauce del río -empiezo a perder señal- me da igual y lo mando más lejos aún, total sólo hay agua y rocas, qué le puede pasar al dron si se cae!! –no tengo señal- mi corazoncito empieza a agitarse moderadamente, acelero el paso para recuperar la señal, me siento como el que busca metales en la playa moviendo el mando de lado a lado –lo perdí- acelero el paso más y más, me acompaña el que sería, mi gran compañero de viaje, Alberto.
Llego hasta el otro lado de la orilla y gracias a unas paisanas que disfrutaban del sol en topless, me guiaron hasta donde lo oyeron por última vez.
Una lagrimilla caía por mi mejilla cuando doy con él y veo que esta posado en un seto como cual descansa sobre una nube, flotando, sin daños.
Superado este mal trago, los estómagos empiezan hacer ruido y se escucha ”…a comeeerrr!!” Genial sitio y mejor atención y comida las que nos prepararon en el Restaurante As Carballas.
Hago dos noches en el Hotel Villa Covelo, muy correcto en todos los sentidos, buen bufet desayuno, la cena me dejó con cierto sabor agridulce pero lo mejor de todo, era el pequeño rincón que tiene de playa a 2 minutos a pie, sin palabras.
Visito la Isla de la Toja, el sol me acompaña y como no en mí, busco el cobijo de la sombra. Día de ruta por la zona y de vuelta al hotel a disfrutar de los 24 grados de la piscina climatizada… eso sí, como no puede ser de otra manera, la piscina fue bautizada como debe ser, con varios culos pelones haciendo el ballenato. Amén.
Mención especial a Combarro y sus hórreos. El encanto al bajar la marea la hace especial.
Nueva mañana, nuevo amanecer y rumbo a Santiago de Compostela con parada necesaria en Padrón, a probar sus famosos pimientos de padrón… que unos pican y otros no… pues me tocaron los que no… en otra ocasión será.
Llego a Santiago, paramos a comer en un sitio (no me acuerdo) te ponen un pincho de tortilla con su pan al pedir un refresco, mi querido compañero Alberto se comió los suyos y los de sus compañeros… como al escondite. Para caer malo!
Tarde de paseo y ruta por ese Santiago oscuro… Meigas Fora!! Merece la pena.
Al día siguiente toca desayuno, coger fuerzas que toca ruta larga, ruta de los faros por los que visitamos el faro Finisterre, faro de Muxia, faro cabo Vilán, faro de Laxe y faro de Roncudo. A destacar el merendero del faro de Laxe para los que quieran comer de bocata y disfrutar de buenas vistas y su playa de arena blanca, impresionante!
Llego A Coruña por la tarde. Impresionante complejo e instalaciones. Las habitaciones con jacuzzi donde algún móvil le dio por hacer buceo… glu glu!
Un nuevo día llega y ya vamos a completar casi la primera semana (madre mía como pasa el tiempo). Toca disfrutar de los paisajes hasta llegar a San Andrés de Texeido. Volveré porque no cogí ningún recuerdo, cachis! (sé que no iré sólo ;)).
Paso por el faro de Estaca de Bares y llego a la playa de las Catedrales (Ribadeo) donde el sol da paso a las nubes y las nubes con ganas de hacer de las suyas. Tiempo Motosalidos.
Como no podía ser de otra forma, sería un sacrilegio estar en la playa y no darse un baño.
Llega la hora de la cena y gracias a la recomendación de Andrews, dimos con un sitio curioso y donde comí bien tanto en cantidad como en calidad. Bravo amigo!
Recomendaciones así, las que quieras!
Ojo que quiero recordar (el vino me nubla la memoria) aquella mujer a mi espalda con una vestimenta de otra época, una adelantada a su tiempo. Olé!
Toca descansar y reposar la cena, que me lo he ganado!
Tras un nuevo amanecer toca disfrutar de la Playa de las Catedrales, como diría un famoso torero “Im-Presionantes” es increíble lo que la madre naturaleza hace con el paisaje y como las olas moldean las rocas. Digno de ver.
Las nubes me permitieron disfrutar de este fantástico escenario natural pero nada más salir, se puso a llover y con ello el grupo aceleró el paso como en las mejores escenas de Benny Hill, destino hotel.
Toca ponerse el traje de moto y la gran duda de siempre, traje de agua o no?
Salgo sin el traje de agua como el resto de valientes que me acompañan, pero al meternos en autopista la lluvia se hace más intensa y me obliga a parar y ponernos el traje de agua. Destino a Oncayo, 300km nos separan pero la lluvia se hace cada vez más intensa. Finalmente llego al restaurante la Solana, donde nos esperan un elenco de ilustres del MC y donde comemos como verdaderos marqueses.
Mención necesaria a la llamada “La Cuevona” espectacular gruta asfaltada que todo motero debe visitar.
Después de esta comilona, tocan casi 2h de viaje hasta la casa rural de Oncayo, puff qué pereza ponerse en marcha… (y sigue lloviendo).
Llegamos a la casa rural, tiene buena pinta aunque las habitaciones un poco descuidadas, el trato fue muy bueno pero hubo un cierto descontrol en el servicio de las cenas.
Aquí pasamos dos noches para descansar y disfrutar de los alrededores.
El segundo día de estancia, toca parque Natural de Cabárceno. Me sentí como si estuviera en Parque Jurásico (salvando los dinosaurios claro está) qué paisajes y que bien cuidado esta todo. Parada imprescindible y eso que le dimos unas cuantas vueltas al parque!
Especial momento a recordar en el espectáculo de cetrería, aquí mi gran compañero de viaje, Alberto y yo, volvíamos caminando de recoger una gorras para protegernos del molesto sol, y tras sentir la mirada fija de 200 personas, surgió el susurro del palomo y dijo “-nos cogemos de la mano-“ y el otro palomo le contestó “-no hay huevos-” y fundiéndose ambas manos en una sola se forjó este bonito gesto de amistad arrancando las risas de los allí presentes. En fin…
Toca ponerse la ropa y rehacer bolsas, destino Bilbao con parada en Santander. El grupo al completo paró en el Palacio de la Magdalena y un servidor decidió disfrutar de un rinconcito muy especial, la playa de Mataleñas.
Apremiado por el tiempo, me reúno con el grupo en el hotel de Bilbao.
Toca deshacer maletas (ya no sé cuantas van) ducha rápida, ropa de pitufo y a comer! (qué raro nosotros comiendo…). Tras la comida ruta por la ciudad para bajar la comida.
Al día siguiente toca coger el barco y recorrerse toda la Ria de Bilbao, impresiona ver todas las fábricas abandonadas en sus orillas e imaginártelas en su máximo apogeo.
Un día nuevo amanece y toca poner rumbo a San Sebastían. Los dichosos GPSs, que los carga el diablo, nos quitan el placer de disfrutar del litoral Vasco y nos desvía por carreteras del interior más feotas.
Merece la pena visitar el castillo de Butron, de origen medieval y muy pintoresco.
De camino, paramos en el faro de Matxitxaco desde donde vemos San Juan de Gaztelugache castillo Rocadragón en la mítica serie Juego de Tronos.
Llegamos al Hotel de San Sebastián, toca ducha checa y corriendo a la moto, ahora sí en ropa de calle para recorrer la ciudad, visitando la playa de la concha, el peine de los vientos y pateando el caso viejo.
Llego muerto al hotel pensando en que mañana comienza la primera etapa de la Transpirenaica, qué nervios!!!
Con todo preparado en la moto y listo para salir, surgió que alguno andaba con un tornillo “flojo” (si solo fuera el tornillo… ainsssss).
Al fin marcho y pongo rumbo a Hondarribia, y como es tradición, recojo agua del Atlántico para llevar hasta el Mediterráneo.
Hago parada en las cuevas de Zugarramurdi, muy espectaculares pero eso de las brujas… bulos, no había ninguna, o tal vez sí…
Sigo ruta disfrutando de las increíbles carreteras y mejores paisajes hasta llegar al alto de Izpegui. Te puedes quedar hipnotizado por sus vistas y su paisaje montañoso digno de las mejores películas de Hollywood. Me flipó la baja por esas carreteras sinuosas. Simplemente espectaculares.
Para obligada también en Col de Asquete, me faltan palabras para describirlo, menos mal que tenemos el vídeo que habla por sí solo.
Tras disfrutar de las carreteras increíbles y fascinantes paisajes, llegamos a Canfranc.
El hotel muy acogedor y mi habitación muy cómoda. Se agradecía la calefacción para caldear el ambiente y para que la ropa lavada se secara mejor.
Segundo día por los Pirineos, aquí pasamos por varios puertos y se me hizo muy curioso ver, aquellas montañas peladas sin su manto blanco como yo acostumbraba a verlas cuando iba a esquiar.
Sigo disfrutando de los paisajes y de las curvas.
Parada obligada al Col d’Aubisque que tantas veces había visto por la tele subir a los ciclistas y que ahora podía disfrutar yo, eso si, sin sufrir.
Los más gamberros pudimos disfrutar de montar en bici estática y llevarnos alguna foto para el recuerdo.
Llego al hotel de Viella, recordando con todos el día espectacular de puertos y paisajes por los que hemos pasado. Toca descansar que al día siguiente… hay pista!!
Tercer día por los Pirineos,
Pues eso, que de los 10km de pista iniciales se convirtieron en casi 30km!! Eso sí, muy divertidos y que muchos disfrutamos como enanos.
Parada en Sort para comprar un décimo de Navidad. Crucemos los dedos!!
Llegamos a Andorra donde estoy seguro que seremos recordados por algunos empleados del hotel y su SPA, jijijiji.
Eso sí, comprar barato barato, a mí que me lo expliquen dónde porque yo no lo encontré.
Cuarta y última etapa, surcamos la Cataluña profunda y más independentista donde el color predominante es el amarillo y la figura principal, el lazo. Qué pena de los pueblos y paisajes tan bonitos que cruzamos y lo oscura y cerrada que tiene la mente la gente de por allí.
Y por fin llegamos a Roses y con ello vertemos el agua del Atlántico en el Mediterráneo, y damos todos juntos un salto de alegría por lo vivido, lo compartido, lo reído, lo disfrutado, lo comido, lo bebido… otro viaje inolvidable con mi familia motera. Os quiero.
Por muchos más viajes y aventuras con vosotros!!
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